jueves, 22 de diciembre de 2011

20 Diciembre.

Después de 10 años repitiendo esa misma espera, mi ansia por verle aparecer entre las puertas del aeropuerto no cesan en ninguna ocasión.
11.00 pm. Rápidamente salgo del coche y me dirijo a la pantalla de vuelos. Busco el avión procedente de Madrid, junto a él pone "arrived/llegada". Miro impaciente la puerta. Después de unos minutos, mi hermana viene junto a mi, recordando ese mismo momento de años atrás dije "¡Pri para abrazarle!", exactamente como cuando éramos pequeñas.
La puerta se abre repetidas veces, pero ninguno era él. Mis ganas de verle aumentan. Tras unos minutos más le veo aparecer, me acerco poco a poco. Aparece esa misma sensación que otros años, esa que me produce abrazarle. «Al fin.» Pensé. «Al fin te veo, te abrazo y huelo en tu piel esa colonia que tanto, tantísimo, me gusta».
Y es ahora cuando me doy cuenta de que el único regalo de navidad que me sentará tan, tan, taaan bien de los que tendré es el poder estar los cuatro juntos estos días, es decir, mi madre, mi hermana y mi hermano mayor junto a mi.

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