jueves, 30 de agosto de 2012

Dulce inocencia.

Me gustaría volver a ser una niña. Son tan dulces y tan inocentes.. Y después llegas a la adolescencia y es cuando empiezas a darte cuenta de lo jodida que es la vida. Salvo aquellos que siguen viviendo en los mundos de yupi, obviamente. Me gustaría que cuando los demás me mirasen a los ojos viesen alegría, cero preocupaciones, inocencia. Que al hacer una trastada se diesen cuenta por esa risita que me delataba y que no hubiese una inmensa bronca, sino unas pocas palabras serias. Llorar porque se rompió mi juguete o porque no me dieron lo que quería y no por no poder ver a la persona que amo o el daño que me hacen algunas (muchas) cosas. Creer que pueden sacarme cosas de la oreja y reír al ver lo que sale. Hacer sonreír a una persona sólo con la mirada o con una simple palabra. El hecho de que me insultasen sólo me creaba una pequeña duda que podía dibujar y borrar para siempre con la goma del lápiz. Jugar al fútbol no era para chicos y podíamos juntar action-mans de los chicos con barbies de las chicas en un mismo juego, uniendo las caras de los muñecos y haciendo ruidos como si se estuviesen besando, porque aunque fuésemos peques y nos diese asco, era cosa de mayores y los muñecos se suponía que ya tenían cierta edad. Daba igual si vestíamos así o asá. Como si teníamos la cara llena de chocolate o las manos de colores a causa de los rotus. No teníamos vergüenza para casi nada, nos podíamos bañar en ropa interior o incluso desnudos en la playa, podíamos decir la mayor chorrada que se nos ocurriese o dejar en ridículo a alguien sin querer y sin miedo a lo que pensase el resto. Éramos felices con un simple caramelo y aguantar despiertos hasta las 12 era de héroes y heroínas. "Mierda" era lo más sucio que podíamos decir y eso del "Amor" era cosa de pelis. Tener un hermano mayor era un seguro de vida, un mellizo era una preciosa amistad y un hermano pequeño, una molestia (Esto último se suele mantener). Jugar al snake en el móvil de nuestros padres lo era todo, y si nos aburría se nos ocurría otra utilidad para el móvil (un coche, un asiento pa la barbie, una nave para las minipollie-pocket..). Eso de comer arena no era nada raro y hacer un castillo con ésta era algo para lo que había que tener paciencia y cuidado. Aprender a montar en bici o a nadar era un lujo y algo por lo que debíamos luchar. El mundo de los mayores era aburrido, eso de ir de fiesta no nos apetecía tanto y ver a un borracho en la calle era muy extraño. Quien no creyese en los reyes magos, no jugase con juguetes y/o no viese dibujos animados era estrafalario para nosotros. Eso de mancharnos era divertido y nos daba igual que después le tocase limpiarlo a nuestros padres, ni siquiera se nos pasaba por la cabeza. Los billetes eran simple papel que servían para comprar nuestros juguetes y las monedas eran algo duro, con dibujitos y que servía para comprar nuestras chuches. Las pesadillas y los monstruos del armario o de debajo de la cama eran nuestra mayor preocupación al irnos a dormir, nada de insomnio por amor, mala economía o problemas familiares/amistosos. A mi, como a la mayoría de la gente (espero), mi madre me leía un cuento antes de dormir mientras yo abrazaba uno de mis peluches (tenía un montón) y en mi interior había una gran lucha entre el sueño y el querer escuchar el libro enterito, pero estaba claro cual era, y es, el más fuerte. Teníamos el síndrome de Peter Pan, creíamos en los unicornios, la magia y en que había un príncipe azul para cada princesita y queríamos volar y sentirnos libres. Todo era más fácil cuando éramos pequeños.

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