domingo, 4 de marzo de 2012

Un mundo diferente;

Entras, pagas tu billete o pasas la tarjeta por el lector y te adentras en un nuevo mundo. Te sientas en algún asiento y normalmente te metes en tu cabeza. Yo observo. ¿Qué observo? Que en un autobús nunca falta el hombre que se queda de pie junto al conductor y le da conversa; la pareja que discute, se enfada y se arregla antes de finalizar su recorrido; la persona que se pasa todo el viaje hablando por teléfono; mujeres y hombres mayores, más de 50 años, que se sientan juntos sin conocerse, hablan de cualquier cosa y al despedirse simplemente se dicen adiós, nada de "encantado de conocerte" o "a ver si volvemos a coincidir"; el niño pequeño al que todos miran; una mujer con ropa de alta costura, un bolso de 500 pavos, unos zapatos de diseño y aún así sin aires de superioridad; tampoco falta nunca el cani o el gitanillo que mira de arriba a abajo a cada chiquilla que entra o el viejo verde que te desnuda con la mirada y te da ganas de darle un sopapo de los buenos (no tengo nada en contra de los canis ni los gitanos, de los viejos verdes sí); también está la persona tímida que mira por la ventana y el o la educad@ que cuando entra una persona de avanzada edad le cede su sitio y se queda de pie; y supongo que también habrá personas que observen como yo.
Un autobús es un mundo diferente en el que personas de todo tipo se cruzan, se miran, se sonríen, se escuchan, se juzgan, se esconden, sueñan, se preocupan... Y todo eso ¿en cuánto?¿media hora?¿una? No sé por qué pero es algo que me llama la atención, me gusta ver como la gente se mete en su cabeza y a la vez se siente llamada por la cantidad de variedad que le rodea, y el hecho de que se sientan llamadas no lo sé, lo creo, porque todo el mundo mira a todo el mundo. Y me encanta ver que siempre, siempre, siempre, está alguna de las personas que nombré. Si no, me da a mi que el autobús tiene que ser muy raro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario